GOTA Y VAPOR. Una semana observando el pensar. Capítulo III.
El lunes voy
de vuelta en el autobús, Juan habla por teléfono y yo apoyo la cabeza en el
cristal mientras recuerdo la reunión. Una capa de vapor lo cubre por fuera,
convirtiendo los contornos nocturnos de la ciudad en manchas de colores.
Resbalan gotitas de vapor condensado, lentamente. Ya que la vida me los ofrece
tan solícita escojo para el trabajo de la semana estos dos conceptos: gota y
vapor. Voy mirando las representaciones que ya tengo de ellos. Luego escucho
interiormente su sonoridad sin pensar en ningún significado concreto.
El martes
aparece una nueva relación entre ellos, que, si bien estaba implícita en mis
representaciones previas, no se me había manifestado tan claramente. (Como polaridad) En el silencio interior veo: LA GOTA
CAE. EL VAPOR SUBE. No se trata del contenido, sino de cómo ha surgido ese
pensamiento. Yo estaba escuchando los sonidos de las palabras, degustándolos,
vivenciando las sensaciones y movimientos de esos sonidos. Me bañaba en esa
experiencia, dejando que llenase mi alma
por completo. Entonces ese pensamiento aparece como un rayo de luz: en línea recta, claro y completo. ¿Lo he creado yo?
Tengo más bien la sensación de que se ha vertido en mí. ¿Cómo ha surgido? Lo
miro, lo escucho, intentando averiguar cómo surge…
El miércoles
por la mañana iba en el coche al hospital. Llovía. Las gotas caían sobre el cristal
y luego resbalaban por él. El vapor condensándose no me dejaba ver. Tenía que
poner aire caliente en el coche para eliminarlo. Iba escuchando en la radio una grabación de piano. Y me di
cuenta entonces de que algunos sonidos del piano eran como gotas. Había algo en la gota que iba más allá de
la gota…una idea que podía aparecer no solo en las gotas físicas sino en
otras cosas. Existen GOTAS DE SONIDO, no
sólo de líquido. Además otro aspecto se pone de relieve en la relación de los
dos conceptos escogidos. LA GOTA CAE…Y SUENA. EL VAPOR SUBE EN SILENCIO. ¿Cómo
suena el silencio del vapor ascendiendo?
Dejando
aparte el aspecto invisible de la gota que me sorprende en un sonido musical,
un concepto nuevo se ha incorporado que no existía en mis representaciones
previas: El sonido de las gotas al caer y el silencio del vapor al ascender. Me
sumerjo en ello. Siento maravilla y también agradecimiento. Lo miro
suceder…miro los pensamientos aparecerse en el alma, tan repentinamente. Pero,
¿de dónde surgen? Todo el tiempo que observo su surgir me parece que tienen una fuerza
motriz propia que es la que los hace aparecer así, cómo rayos de luz dentro del
movimiento ondulante del alma. Esa fuerza motriz, descubro…¡es el pensar!
Intento
observar esa fuerza motora que mueve los pensamientos, ver su origen.
Constantemente escapa a mi mirada. Puedo ver los pensamientos que aparecen con
nuevas cualidades y relaciones, se distinguen claramente de todo lo que es
pasado y ya sabido, viejo. Pero no puedo ver cómo se origina la fuerza que
mueve esos pensamientos.
Sólo una cosa
me parece tener clara, y es que esa fuerza viene como de fuera de mí, de una
gran lejanía y profundidad interiores. Tiene un silencio que habla…
El viernes
continúo. Aparece otro concepto en escena. EL AGUA. Gota y vapor son dos formas
distintas que toma una misma sustancia. LÍQUIDO Y GAS. Todo lo que aparentemente ya
sé, se me aparece en la meditación como algo nuevo. Primero aparece un
sentimiento hondo de admiración, de lo grandioso que es aquello en lo que se
está pensando. Y luego, recordando, descubro que este sentimiento tiene que ver
con que, al pensar, veo la VIDA de los pensamientos y no las imágenes descoloridas
y terminadas de mis representaciones, que son con las que trabajo al
reflexionar. Pensamientos que tienen vida, y
cuya vida consiste precisamente en moverse y relacionarse. Pensar: fuerza
que los mueve y los relaciona, que les da esa vida. Cuando aparece en el alma
la ilumina y le da calor. En este punto me viene a la memoria un versículo del
prólogo del evangelio de San Juan que dice: “En
Él estaba la Vida, y la Vida, era la Luz de los hombres”. Esa fuerza motora
que es el pensar se siente que viene de una lejanía intimísima, de un fuera de
ti tan cercano a ti como tu mismo.
El sábado
tomo conciencia del tiempo que paso moviendo mis representaciones de gota y
vapor cuando me pongo a pensar. Estoy moviendo esos conceptos dentro de mí. Trato de observar la fuerza interior que
empleo para hacer esto. (A- Mi voluntad, B-La voluntad del pensar. A veces…¿equivalentes?) su cualidad. No siempre que trato de relacionar estos conceptos
aparece una de estas relaciones nuevas creada por ellos mismos en ese instante.
¿A qué se debe? De nuevo la llave está en observarme a mi misma y describir
cuál ha sido la cualidad de mi actividad. ¿Abierta o cerrada? ¿Expectante y
ligera o agarradiza? ¿Maravillada y lenta o apresurada?
Domingo.
Pienso. Gota y vapor son dos formas físicas en las que se nos aparece una única
sustancia. La gota cae, baja, pesa. El vapor asciende, se expande. Sin embargo
el vapor esconde minúsculas gotitas. A una cierta temperatura, las gotitas que
caen, bajan, pesan, suenan, abandonan su liquidez para entrar en terrenos
aéreos. El aire y el calor actúan sobre el agua. El aire calentado lleva en sí
agua calentada como vapor ascendente. Si se enfría ese aire, el agua enfriada
vuelve a ser líquida gota. Tanto el líquido como el gas fluyen. Sólo que el vapor
fluye de un modo lento, expandiéndose despacio y uniformemente, empujando al
aire más frío que lo rodea. El vapor fluye como una pregunta, en silencio. La
gota también fluye, pero fluye llamada por la gravedad, fluye por el peso. En
una superficie plana el vapor se abre flotando sobre ella. La gota se expande
un tanto para luego detenerse suspendida en su delicada forma de bordes
redondeados. Y al moverse lo hace en la dirección de su caída, no en todas las
direcciones. Avanza en una dirección. Su caída y su avance son sonoros. El
líquido canta.
Jovina
XI 2011.
XI 2011.